Jun 14 , 2020
Lo barato cuesta caro
Desde que el arte se vinculó al dinero, cosa que ocurrió muy pronto en la historia de la humanidad, las falsificaciones e imitaciones de las obras originales han sido una constante en todas las culturas y civilizaciones. La dificultad por poseer un original, el gran valor que éstas alcanzaban, o simplemente la incapacidad de los genios para realizar todas las obras que se les reclamaban, favorecían no sólo la aparición de imitaciones de mayor o menor fortuna, cuando no simplemente falsificaciones
La creación, por parte de los maestros, de talleres que pudieran satisfacer las grandes demandas y encargos que les hacían vino a establecer unos nuevos criterios, aún hoy no asimilados por los expertos, sobre lo que era una obra original del maestro y aquella que hacían sus discípulos. Entre una y otra había un amplio abanico de posibilidades: «basada en un dibujo del maestro», «en una idea original del maestro», «comenzada por el maestro y terminada por un discípulo», «obra de un discípulo retocada por su maestro», «de taller pero firmada por el maestro».
Con estos ejemplos sólo quiero señalar, que la distancia que separa tantas veces el «original» de un maestro de un «taller» o «discípulo» es tan sutil que no es de extrañar que los «expertos» prefieran evitar los pronunciamientos y certificaciones escritas y digan un día una cosa que les permitirá sin duda decir la contraria si las circunstancias cambian. A estas guerras de atribuciones no son ajenos, como es obvio, ni el dinero ni el orgullo personal. Siempre he considerado que es mucho peor el orgullo, pues nubla la mente más que el dinero.
UNA LARGA TRADICIÓN
El caso es que las falsificaciones puras y duras siempre han acompañado la vida de los maestros y no ha sido, hasta fecha muy reciente, cuando el mercado de obras de arte se ha tenido que poner serio.
Según un conocido galerista de Madrid desde hace años, un treinta por ciento de las obras que están en el mercado español (particulares, subastas y galerías) son falsas. Incluye entre esas «falsas» las obras que se atribuyen a un autor y que no son de él, y adorna la afirmación con una serie de historias que servirían de guión al mejor thriller.
Me he especializado en la vida de Roberto Matta y he visto en mi vida coleccionista innumerables falsificaciones, algunas muy burdas y otras idénticas a la mano del maestro. Las imitaciones ya no solo se pueden encontrar en sus óleos sino que también en sus dibujos, grabados y litografías. Podemos encontrar en el libro MATTA, opere dal 1939 al 1975, editado por Galleria dell¨Oca varios capítulos donde se mencionan obras falsificadas que van desde copias de un original, variaciones de un origina,l hasta una obra nueva.
También he podido encontrar copias de grabados (en este caso de HOM¨MERE (LËUTRE), Sonet 417, donde existen reproducciones digitales. También algunas de Victor Vasarely.
En base a lo expuesto pasa a ser fundamental seguir los siguientes consejos al tomar la decisión de adquirir una obra de arte.
a) Seguramente el consejo más básico pero más cierto, es que sólo debes comprar una obra de arte que te inspire, que la veas y te encante. En el momento de decidirte a comprar una obra de arte debes tener en cuenta cuál es la funcionalidad que buscas en ella. Si es por motivos decorativos, elementos clave de la decisión serán el tamaño de la obra, los colores predominantes y la temática del mismo (si es una casa o sala con decoración clásica lo normal será elegir un cuadro de paisajes por ejemplo, mientras que si es una casa con una ambientación más moderna un cuadro abstracto puede ser una decisión más acertada. Si el motivo de la compra es más bien por motivos de coleccionismo o inversión, puede ser interesante buscar cuadros que rompan con las tendencias del momento o del propio artista, ya que los primeros cuadros de cambio de tendencia suelen estar más valorados por el mercado.
b) Estudiar al artista, uno de los puntos a tener en cuenta al comprar una obra de arte, sobre todo si es con fines de inversión o coleccionismo del artista. Conocer su trayectoria, su edad, su educación, sus influencias incluso su carácter puede ser un elemento clave a la hora de decidirse a invertir en una obra de arte u otra. Ser capaz de analizar y prever la trayectoria de un artista es uno de los puntos más complicados y críticos tanto para un crítico de arte, un mecenas, galería de arte o un simple coleccionista o inversor. Para minimizar los riesgos, hay que llevar a cabo una exhaustiva tarea de estudio e investigación de los pasos llevados a cabo por el artista en su carrera. Sería bueno saber si se dedica a tiempo completo a la creación artística, si ha tenido formación artística, quiénes son sus fuentes de inspiración y a qué corrientes pertenece, ver si su obra es 100% original o sigue en demasía el estilo de otros, conocer si tiene publicaciones en revistas del sector o participa en ponencias de arte. Por último, conocer si ha recibido premios de la crítica es un punto esencial al igual de saber en que galerías o exposiciones han sido expuestas sus obras.
c) Analizar los precios en que se han tranzado sus obras, El precio de la obra puede ser para muchos compradores una barrera a la entrada al mundo del arte, sin embargo puedes empezar tu colección con valores que van desde los USD 500
d) Estudiar el mercado, a la hora de invertir en arte, hay que ser muy cuidadosos en seleccionar la época y el lugar en la que realizar la operación. Multitud de fortunas se han ido a la basura por comprar en épocas de burbuja (bien sean burbujas inmobiliarias, de divisas, arte…). En líneas generales, los artistas estadounidenses están sobrestimados, por el simple de hecho que es en USA donde se realizan el mayor número de operaciones de compra venta de arte y donde existen más fondos dispuestos a invertir en arte. Por ello, compran la obra que más a mano le viene que lógicamente son estadounidenses.
e) Asegurarse de que la obra tenga historial, es decir su procedencia, donde ha sido expuesta, quienes han sido los dueños anteriores, que tenga los certificados correspondientes ya sea del artista y del ente autorizado para corroborar que la obra no es una imitación.
Siguiendo estos simples consejos podremos tener la tranquilidad que nuestro dinero estará bien invertido y que no tendremos que recordar este viejo refrán.
LO BARATO CUESTA CARO