DERRAME, LA IMAGINACIÓN ENTRE DOS ORILLAS

Dec 28 , 2020

DERRAME, LA IMAGINACIÓN ENTRE DOS ORILLAS

Por Aldo Alcota

Revista Derrame   Revista Derrame

 

El Surrealismo, ese “extraño hijo de Dadá” según el poeta, narrador y artista chileno Braulio Arenas (miembro de La Mandrágora) respira aún, sigue vigente, resurge del olvido, aunque muchos quieran dejar caer sobre su cuerpo, como si fuera una lápida, el peso del silencio y la indiferencia. Pero por más que quieran, siempre les resulta una estéril tarea. Como refuerzo a ese invulnerable talante proveniente del Surrealismo, hace unos meses atrás se inaugura en Barcelona Objetos de deseo. Surrealismo y diseño, 1924-2020 en Caixa Forum. En esa oportunidad, aparece un artículo de Rocío de la Villa en El Cultural (30 de junio de 2020), refiriéndose a la exhibición y que titula Larga vida al surrealismo. Aquel encabezamiento dice mucho respecto a la duración de este movimiento o forma de vida, algo inacabado que vale la pena tener en cuenta de forma reiterada. Y de la Villa nos relata la magnitud que tiene en época de pandemia: “Durante el confinamiento hemos vivido en la irrealidad y nos hemos chocado día tras día con lo inverosímil. Quizá para algunos, los objetos cotidianos se hayan revelado más allá de su función habitual, ofreciendo experiencias surrealistas” o “¿acaso no sentimos la extrañeza “surrealista” al ver fotografías de los enmascarados caminando por las calles en 1918, tan semejantes a nosotros hoy?”. El Surrealismo lo que menos ha hecho es irse, incluso gracias a situaciones, a veces absurdas, fuera de su alcance. Vuelve sin querer.

En Chile a día de hoy, es importante revisar bajo un justo ejercicio de memoria algunos antecedentes, eventos, ideas y personalidades que conforman el universo Derrame, representante de un Surrealismo particular y propio del Cono Sur, heredero indiscutible de La Mandrágora (por sus similitudes en la intensidad de sus actividades, por su fiel ideario a la poesía y la libertad y sus repercusiones en todos los aspectos de la existencia, más su incondicional amor al Surrealismo y sus estrechos nexos colaborativos y amistosos con creadores de otras partes del planeta). El aporte de Derrame a la historia de la literatura y del arte chileno ha estado cubierto por una capa de niebla, muchas veces “a propósito”. No conviene tal vez que una manifestación tan genuina y adelantada a su tiempo y que cuestiona a ciertas “vacas sagradas” del saber, sea descubierta, apreciada e imitada. Pero su aporte y legado es tan profundo, que es difícil de borrar, aunque traten de arrinconarle en los márgenes de los márgenes. Derrame está siendo recuperado tanto acá como en el extranjero, tras una avalancha de publicaciones e investigaciones (insertado en el significativo lugar que le corresponde dentro de la cultura actual por su visionario proyecto). Estamos ante un inmenso referente para futuras generaciones que deseen prolongar la exploración vital del Surrealismo en esta parte de Latinoamérica, siempre flamante. Ya lo comentaba George Steiner: “El genio radical del dadaísmo y el surrealismo está lejos de haberse agotado; a ellos les sigue perteneciendo la tradición de lo nuevo”.         

 

DERRAME SE DERRAMA

 

   

 

 

Son los años noventa y Chile intenta retomar nuevamente la senda democrática. Hay una avidez por crear medios y espacios culturales donde desplegar toda esa agitación artística e intelectual que pueda interesar a la ciudadanía. Existe una efervescencia de colectivos, fanzines, diversidad de revistas junto con la emisión en televisión de programas como Ojo con el arte, Cine Vídeo o El show de los libros. Aparecen antologías poéticas, lugares que acogen exposiciones artísticas, teatros alternativos y una vida bohemia en bares y garitos. En medio de este enriquecedor remolino que intenta dejar atrás un difícil encierro y aislamiento del pasado, nace Derrame en los pasillos de la Universidad Andrés Bello, en 1996. Primero es un fanzine, pasa a revista y luego se transforma en un grupo anudado por el conocimiento y la amistad, reunión de jóvenes que ven en Rimbaud, Duchamp o Huidobro sus referentes a seguir y de paso criticar el acelerado ritmo de vida que se está dando a la chilena, especie de dromología salida desde una realidad perpleja (tal como diría Virilio).   

El azar objetivo o la sincronía del destino permiten que Rodrigo Hernández Piceros y Aldo Alcota se encuentren en la Facultad de Periodismo de la Universidad Andrés Bello (telón de fondo de un sueño), en 1994. La confluencia de sus gustos literarios y estéticos relacionados con las vanguardias de entreguerras, refuerzan una fraternidad que facilita sentar las bases poéticas de Derrame. Además, varias publicaciones son fundamentales para inspirar a este nuevo retoño del Surrealismo: La Mandrágora con sus siete números, bajo el empuje de Enrique Gómez-Correa, Braulio Arenas, Teófilo Cid y Jorge Cáceres desde fines de los treinta hasta principios de los cuarenta; A Contramar, revista literaria experimental creada por Milan Bodis-Suckel, quien visita muchas veces a Gómez-Correa en su santiaguina residencia de calle Galvarino Gallardo, alumno además de Periodismo en la misma casa de estudios donde asisten Hernández Piceros y Alcota; la revista Entreguerras que años más tarde se convierte en La gran pirámide polar  (de corte más esotérico), impulsada por Cristian Hott, Daniel Osorio y Cristian Arregui-Berger; y Ojo de Aguijón, medio de difusión surrealista fundado en los años ochenta, en París, por los chilenos Miguel Flores-Eloz y el artista visual Jorge Leal Labrín (miembro del colectivo de pintores CAPA de Amsterdam y cercano a Matta), quien es profesor de Historia del Arte en la Universidad Andrés Bello y da clases a Hernández Piceros en esta asignatura. Tanto Bodis-Suckel, como Arregui-Berguer y Leal Labrín llegan a ser grandes colaboradores en Derrame. Incluso, Bodis-Suckel diseña algunos de sus números.

 

 

   

 

 

En 1996 se festeja el centenario de André Breton y es el nacimiento de Derrame como fanzine, con doce páginas en blanco y negro y una impresión que no sobrepasa las trescientas copias. En este amanecer derramado que le debe su nombre a un rito nocturno auspiciado desde el más allá por Huidobro, padre del Creacionismo y la vanguardia vernácula (a Hernández Piceros se le vierte una copa de vino sobre la tapa de Altazor), convergen textos de estudiantes universitarios, amantes de las letras y de lo bellamente extraño que pueda ofrecer el Surrealismo (credo rebelde por antonomasia), organizado con pasión por Alcota y Hernández Piceros. Aquel año surge la amistad con la legendaria poeta Stella Díaz Varín, trascendental figura de la generación del cincuenta junto con Jodorowsky, Lihn, Donoso, madre-maestra de este derrame dinámico de pensamiento y creatividad, “mujer volcán” bautizada por Derrame y “La Mistral Negra” según Roberto Yáñez. Posteriormente, Hernández Piceros y Alcota deciden seguir con Derrame (varios de los participantes en el fanzine han elegido seguir otro rumbo) en formato revista, pagada desde sus propios bolsillos, invitar a gente nueva y así llenar sus páginas con sesudos artículos e insólitas imágenes. Ya es casi fin de siglo, 1999, y el número dos es una edición más cuidada de quinientos ejemplares, con una provocadora portada del surrealista alemán Hans Bellmer. En sus contenidos desfilan escritos sobre Francis Bacon, Marcel Duchamp, Carlos Droguett, Teófilo Cid (una constante costumbre en la publicación es homenajear a todos los integrantes de La Mandrágora y poetas afines a ellos) y una entrevista a Pedro Lemebel con el siguiente título: La provocación como batalla. En un país complejo y raro como Chile, el Surrealismo se admite como una forma de ser. Es parte del paisaje externo e internamente humano, que ofrece responder preguntas salidas de un abismo profundo. Es un refugio -eso lo asume a cabalidad Derrame- ante la ferocidad moderna y postmoderna. Permanecer al lado del Surrealismo significa asumirse como contraparte o antípoda de una sociedad superficial, enajenada y aturdida por los mass media y el consumo, carente de sensibilidad (ya no se detiene la gente a mirar el cielo estrellado por un largo rato o memorizar unos versos). Derrame es la puerta dorada hacia una realidad paralela, bullente en sueños, fantasmagorías, grandes transparentes (que tanto atraen a Breton y Matta), fuerzas telúricas, libertad imaginativa junto a una fanática admiración por la gran tradición de poesía chilena (Huidobro, Mistral, de Rokha y sumemos al antipoeta Parra). Para el poeta y académico chileno Javier Bello hay un cruce disruptivo que “la crítica debería abordar entre las poéticas del Surrealismo –en general las vanguardias latinoamericanas- y la cultura barroca, matriz de los textos neobarrocos y neobarrosos”. Bello cree que estas relaciones llenas de “voracidad mestiza de la cultura latinoamericana, son rastreables en Derrame y se encuentran no sólo en las proporciones de sus manifiestos, sino en la trama misma de sus poéticas y afinidades electivas” (Revista de Literatura de la Universidad de Chile, diciembre de 2006). Derrame está destinado a sacudir la cultura nacional. Ser una leyenda.

Los contenidos de la revista son iconoclastas, heterogéneos y de singular cosmopolitismo, dando un carácter de magnífica originalidad a cada número (fueron ocho desde 1996 a 2012). Primero se mantiene por autofinanciación de sus editores. Después cuenta con el apoyo de los Fondos Concursables de la Universidad Andrés Bello hasta recibir en el ejemplar siete financiación del Fondart (estamos ya en el 2006 y Derrame se estrena a todo color en su portada e interior), para finalizar en la octava entrega con un homenaje al surrealista portugués Artur do Cruzeiro Seixas, con apoyo de varias instituciones universitarias, la embajada de Portugal y el Instituto Camões. Derrame lleva esa impronta internacional, que une artistas y escritores de diferentes épocas, generaciones, continentes. Es querer atravesar fronteras y consolidar los vasos comunicantes con sus pares que asimismo confían en esos tres caminos de la revuelta surrealista: la poesía, la libertad y el amor. Destacable en el principio de esta aventura el aporte de Leal Labrín, tanto como colaborador y también como intermediario para contactar a personas tan significativas para Derrame con el paso del tiempo: Natalia Fernández Segarra (hija del surrealista gallego Eugenio Granell y directora de la fundación que lleva el nombre de su padre, ubicada en Santiago de Compostela, España); y Édouard Jaguer y Anne Ethuin, fundadores en París del movimiento Phases en la década del cincuenta (reúne a exponentes de la abstracción lírica, el Surrealismo, el Art Brut y el grupo CoBrA), consolidando una estrecha amistad y un seguido intercambio epistolar con Alcota (este hace dos visitas al fantástico apartamento parisino de Jaguer y Ethuin, ubicado en la Rue Remy de Gourmont, en 2002 y otra en 2008, en compañía de Carlos Sedille).

Derrame es una bola de nieve que crece de tamaño al avanzar por una pendiente de entusiasmo y se incrementa después gracias a la generosidad de Jaguer. Las participaciones recalan sin cesar en sus folios y basta leer aquellos nombres de considerable trabajo y de consistente trayectoria, provenientes desde varios territorios: Giovanna, Jean-Michel Goutier, Jorge y Margarita Camacho, Jean Benoît, Enrico Baj, Víctor Chab, Marcelo Bordese, Franklin Fernández, Fundación Joan Brossa, Glória Bordons, Jorge Kleiman, Antonio Silva, Artur Cruzeiro Seixas, Francisco Copello, Alberto Kurapel, Samuel Ibarra, Carlos Montes de Oca, Armando Uribe, Héctor Hernández Montecinos, Paula Ilabaca, Virginia Tentindo, Reinaldo Arenas, Guillermo Deisler, Ernesto Gallardo, Andrés Mancini, Pastor de Moya… y por supuesto los entrañables Jaguer, Ethuin y Natalia Fernández.

El robustecimiento de Derrame durante tan largo lapso se debe a la cooperación y hermandad primero dentro del núcleo fundacional, formado e iniciado por Alcota y Hernández Piceros. Después aparecen otros integrantes que se unen a esta “entraña del asombro” y juegan un rol imprescindible para seguir con la tarea de mantener vivo el Surrealismo en Chile y el espíritu Derrame como Roberto Yáñez, Magdalena Benavente Vio, Carlos Sedille, Carlos Delgado, Rodrigo Verdugo, Jimmy Watts, Enrique de Santiago, Iñaki Muñoz, Braulio Leiva, Bessie Porta, Daniel Madrid, Miguel Ángel Huerta y José Duarte. Independiente de las diferencias y controversias que hay después entre sus integrantes, a veces con consecuencias extremas (distanciamiento definitivo), se valora siempre todo lo que se ha construido, continuación del singular legado de La Mandrágora y de maestras como Stella Díaz Varín. Derrame es parte de ese devenir surrealista, con el fin de poner el arte y la poesía al servicio de la libertad humana y la imaginación. Es más que una revista, es un grupo, es una editorial, un deseo, incluso llega a denominarse un movimiento, una vanguardia latinoamericana mestiza, híbrida, que se mueve entre la imagen y la palabra, el ensayo y la pintura, el relato y la performance. En la Primera Bienal Internacional de Performance Deformes organizada en Santiago de Chile (2006), aparece un suplemento publicado por Derrame, con el inserto de un manifiesto que daba cuenta sobre la naturaleza del grupo: “Derrame posee una dinámica del juego y la imaginación, proyectada hacia su poesía, pintura, dibujo, teatro, performances y en todas las actividades que realiza. Derrame posee un imaginario que está ligado al absurdo, lo surreal, lo grotesco, lo onírico, lo lúdico, lo sórdido, la crueldad, la locura, lo paranormal, lo mágico, lo chamánico, lo precolombino, lo híbrido, lo pánico, lo multicultural, lo cosmopolita, el Eros, el barroco. Derrame es un laboratorio creativo donde cada integrante aporta con sus ideas y para encontrarse con el asombro y la libertad espiritual”. Derrame es hijo del Surrealismo mandragórico, de la Patafísica, la carcajada dadaísta y la confusión de Pánico.  

 

   

 

 

EXPOSICIONES COLECTIVAS E INTERNACIONALES

Las exhibiciones de carácter internacional fortalecen en el Surrealismo la relación entre agrupaciones y artistas, un intercambio de obras, miradas, confraternidad que se da desde décadas. Los propósitos expositivos de Derrame mantienen la solidez de esas redes (algunos dicen que el Surrealismo fue uno de los precedentes de la era globalizada), con la finalidad de evocar y emular las muestras colectivas que se llevan a cabo en el pasado, aquella de Galería Dédalo (1948) organizada por La Mandrágora, con obras de Hérold, Domínguez, Dalí, Matta, Arp o Carrington hasta El entierro de la castidad, coordinada por Ludwig Zeller Susana Wald, Viterbo Sepúlveda, Valentina Cruz y otras personas en la Vicerrectoría de Comunicaciones de la Pontificia Universidad Católica (1970). Derrame origina eventos de considerable envergadura, dentro y fuera del país, que ya son parte de la historia del Surrealismo. Se destacan: Matta au milieu des fauves. Sala de exposiciones del Diario La Nación (Santiago de Chile, 2004); Phases-Derrame. Galería Artium (Santiago de Chile, 2005); Derrame cono sur o el viaje de los argonautas. Fundación Eugenio Granell (Santiago de Compostela, España, 2005); La voz del animal metafísico. Galería Taller de Rokha y Centro Cultural El Bosque, sala Guillermo Núñez (Santiago de Chile, 2005); Phases, homenaje a Édouard Jaguer. Más allá de los muros. Galería Taller de Rokha (Santiago de Chile, 2006); Sonámbula, inconscientes para una geografía onírica. Fundación Eugenio Granell (Santiago de Compostela, España, 2006).

En 2009 se desarrolla el Encuentro Internacional de Surrealismo Actual y la exposición El Umbral Secreto en el Museo de la Solidaridad Salvador Allende, Diario La Nación, Casa Colorada, Galería Centro Norte y Galería Cian en Santiago de Chile, y el Edificio Consistorial junto con la Galería Municipal en Valparaíso. Este colosal evento cuenta con la presencia de importantes invitadas e invitados que estuvieron presentes en las inauguraciones como Natalia Fernández Segarra (España), Juan Carlos Valera (España), Jorge Kleiman (Argentina), Carlos M. Luis (Cuba) y Fernando Palenzuela (Cuba). Se imprime una publicación con textos poéticos y un catálogo a color, con más de cien treinta páginas. En el texto de presentación de este último, Enrique de Santiago comenta: “Esto no es una exposición sobre el Surrealismo, tampoco es una retrospectiva sobre él, esta es una muestra desde el Surrealismo activo, hecha por surrealistas de hoy, un continuum de los principios del ayer, ajena a una vanidad curatorial, una manifestación que rescata la libertad del espíritu puro, ese que transgrede formatos, estilos o formas estéticas…”. La actualidad se deja ver en cada actividad de Derrame y la libertad creadora no tiene límites, energizada desde los bordes y fuera de todo establishment.

 

 

LEGADO DERRAME

Derrame es una manifestación cultural que está atenta a lo que sucede en el ámbito surrealista, poético y artístico en ambos lados del charco. Atraviesa la cordillera y permanece férrea en el lado opuesto a lo oficial, a los premios, al arte decorativo, a las arrogancias de “vacas sagradas” que aún no bajan del Olimpo.

Dan cuenta de su trayectoria, su historia, trabajos y manifiestos una serie de revistas extranjeras como Infosurr (Francia), Brumes Blondes (Holanda) ArtNotes (España); libros como Caleidoscopio Surrealista. Una visión del Surrealismo internacional (1916-2015), escrito por el académico y surrealista canario José Miguel Pérez Corrales (La Página Ediciones, Tenerife); Il Surrealismo. Lerie oggi. Storia, filosofia y politica del estudioso, alquimista y galerista Arturo Schwarz (Editorial Skira, Milán); Surrealism in Latin American Literature. Searching for Breton’s Ghost de Melanie Nicholson (editorial Palgrave Macmillan, USA) o la completa enciclopedia sobre Surrealismo de tres tomos editada por Bloomsbury (Londres), sólo por citar algunas publicaciones.

Después de la muerte de Hernández Piceros se da por finalizado Derrame. Aunque sus integrantes ya disgregados están preocupados hoy por sus respectivos proyectos personales, se inauguran en varias ocasiones exposiciones colectivas con ese sello Derrame tan característico y participando algunos de sus ex miembros: Abya Yala (Sala de exposiciones de la Universidad de Talca, Santiago de Chile, 2019); El Ojo Salvaje (Sala Ximena Cristi, Santiago de Chile y Comisionado Dominicano de Cultura, Nueva York, 2019); 100 años de Surrealismo (Centro Cultural Espacio Matta, Santiago de Chile, 2019).