Cuando en los años 80 el Colectivo norteamericano “Guerrilla Girls” cuestionó la participación de las mujeres, no solamente en las exhibiciones artísticas sino que también en las colecciones de los grandes museos, cobró potencia la gran y tan olvidada pregunta sobre el avance y la visibilidad de la mujer en el arte.

“¿Acaso las mujeres deben estar desnudas, para entrar en la colección MET (Museo Metropolitano de Arte de NY)?” La consigna era muy clara: mayor visibilidad y conocimiento de una historia que tiene sus orígenes en aquellas primeras pioneras que en mundo de las artes visuales estaban haciendo aportes radicales desde el siglo XIV. En Europa los avances corren más rápido que en América Latina, pero es ya en el siglo XIX cuando la presencia femenina se hace patente en nuestro continente sobre todo en el campo de la pintura y la escultura.

Chile tiene una larga tradición de mujeres artistas, quienes desde las hermanas Mira y otras tantas han estado desafiando el orden tradicional de las cosas, en una sociedad conservadora como la nuestra. Mujeres como Henriette Petit en los ’30 y Matilde Pérez en los ‘50, abren las puertas en pleno siglo XX para la incorporación de nuestras artistas en el arte contemporáneo.

En esta oportunidad te invitamos a apreciar el trabajo geométrico de Mónica Nahum, quien con sus collages articulados desafía la mirada tradicional. Asimismo, la obra óptica de Matilde Pérez quien juega con el espectador y la vivencia del color y el movimiento. Por otro lado, Andrea Araneda quien con sus collages se sale del tradicional lienzo para mostrarnos una obra dinámica y lúdica, en contraposición, al detallado trabajo de Paula Lynch quien con su obra nos muestra la fusión entre el dibujo académico y el gesto. No podemos dejar de lado, el trabajo de Catalina Abbott, quien en sus serigrafías con un trazo fuerte y decidido nos acerca a una obra que se vincula al arte urbano y callejero. No podemos olvidar a Carmen Aldunate y sus mujeres atemporales y corteses, que contrastan con la obra  figurativa y compleja de María José Romero. Finalmente, la obra de Conchita Balmes, con la seguridad de su color y la delicadeza de sus trabajos expresivos y atmosféricos.

Los invitamos a abrir los ojos, a nutrirse y entender que el arte de mujeres no recurre a temas femeninos, sino a una mirada femenina sobre la vida, la muerte y otros misterios.