Francisca Ahlers, artista visual, quiere transportarnos a un tiempo y lugar diferente: el romance del tiempo pasado se filtra en sus piezas y las infunde con una naturaleza seductora. Es fácil perderse en los detalles de sus obras, que a menudo representan amplias habitaciones o espacios rebosantes de elementos decorativos: ricos patrones, texturas y objetos. No es raro ver un pavo real o un gato, candelabros, porcelana cara y alfombras extravagantes entre exuberantes empapelados y lujosos pisos de baldosas. Ahlers utiliza carbón vegetal y, en algunas obras, acrílico. El contraste de los medios y del color con la oscuridad solo sirve para la altura y la cualidad etérea que está presente. Es como si se desvanecieran lentamente en la nada, en el pasado. Los restos de los maestros prevalecen dentro de sus espacios; Picasso y Vermeers, y también las caprichosas ilustraciones de Quentin Blake, Ludwig Bemelmans y Lauren Child. Pero aunque la inspiración proviene de muchos rincones, las obras de Ahlers son, en general, algo completamente diferente. Son originales y nuevos, y refrescantes a la vista.