Matta y el surrealismo

Jun 24 , 2020

Matta y el surrealismo

“Yo no pinto paisajes, pinto sersajes”, expresaba así Roberto Matta con su sorprendente ingenio a quienes le escuchaban, considerado uno de los artistas más universales que ha tenido Chile y figura clave en las vanguardias artísticas del siglo XX. Sus preocupaciones sobre el ser, el universo, el verbo América, la poesía, la libertad, lo telúrico, lo alquímico, la física se precipitaban sobre sus telas, esculturas, dibujos, grabados y que concibió toda una cosmogonía personal.   

 

 

Matta tuvo una estrecha relación con el poeta Federico García Lorca, al que conoció en la casa de su tía en Madrid y con los poetas chilenos Pablo Neruda y Gabriela Mistral. Es importante también rescatar su partición en las exposiciones organizadas por el grupo surrealista La Mandrágora en Santiago de Chile, inaugurada en la Galería Dédalo en 1948, y en el Instituto Chileno Norteamericano de Cultura en 1951, demostrando sus estrechos nexos con la intelectualidad y cultura nacional, a pesar de haber vivido gran parte de su vida en el extranjero. 

Volviendo a Lorca, éste le entrega a Matta una carta de recomendación para Salvador Dalí, lo que significó su entrada a un nuevo mundo de creación. La filosofía de la pintura de Dalí fue significativa para llevarlo al Surrealismo. El artista catalán expresó la esencia de su invención surrealista en estas palabras: ¨Mi ambición total en el dominio pictórico es materializar las imágenes de la irracionalidad concreta…. Para que el mundo de la imaginación y de la irracionalidad concreta pueda ser tan evidente de una manera objetiva… como esa del mundo exterior de los fenómenos de la realidad”. Dalí presenta al creador chileno a André Breton, animador y figura fundamental del Surrealismo. Matta se une a este movimiento en 1937.

Breton acreditó a Matta con la revolución del espacio pictórico y el uso del color en la pintura, resultado de nuevas maneras de ver el mundo, compatible con los últimos descubrimientos en la ciencia. Alabó los usos innovadores del color de Matta para propósitos simbólicos y sus atrevidos experimentos, con una amplia gama de sombras, fecundando realidades de otros mundos y posteriormente influenciado por los Grandes Transparentes, espectros que viven en dimensiones paralelas y que son citados por Breton en su Prolegómenos a un tercer manifiesto surrealista o no en 1942.

Muchos artistas que trabajaron en Europa (Eugenio Granell, Remedios Varo, André Masson, Leonora Carrington, Piet Mondrian, Marc Chagall…) advirtieron la llegada de la Segunda Guerra Mundial y el reinado de Hitler como una amenaza y tomaron la decisión marcharse rumbo a América. Matta hizo lo mismo y se exilió en Nueva York, desde 1939 hasta 1948. Mientras estuvo en Norteamérica, disfrutó de la amistad de Marcel Duchamp (donde sus obras como The Passage from Virgin to the Bride fueron importantes referencias para el desarrollo de su arte) y fue uno de los impulsores de la famosa Escuela de Nueva York, incentivando a unos jóvenes pintores Pollock, De Kooning y Motherwell a profundizar en el automatismo psíquico.

 

Finalmente Matta se enemistó con varios surrealistas por el “asunto Gorky”, quienes además desconfiaban de su creciente interés por la ciencia. Hay también diferencias con los expresionistas abstractos, ya que éstos rechazaban el Surrealismo en pos de los formalismos en el arte. Matta regresó a Europa en 1948, para ir en busca de una dirección que no se alejara de la aventura surrealista, siempre receptivo a incorporar intereses humanitarios y científicos más amplios. Como definía Alain Jouffroy a Matta: “Era uno de los pocos surrealistas que podía entender la teoría de la relatividad a nivel matemático”. Al igual que Matta, hay otros surrealistas disidentes que se interesaban por las ciencias; es el caso del austríaco Wolfgang Paalen y su revista Dyn, editada en México (década del cuarenta) y con difusión de temas que iban desde la arqueología a la física cuántica.

En 1959, Matta volvió a ser aceptado en las filas del Surrealismo, cuando participó en el ceremonial El testamento del Marqués de Sade, realizado por Jean Benoît en París.

La estructura poética que dio forma a la obra de Matta es esencialmente de carácter conceptual e ideológica. Sus puntos particulares se derivan de dos conceptos intelectuales dominantes en el siglo XX: la teoría freudiana del inconsciente y la cultura de la ciencia moderna, las cuales han identificado C.P. Snow y otros. Freud sirve como medio para examinar la vida interior del inconsciente, mientras que la ciencia proporciona los métodos experimentales para explorar el mundo externo. La tarea de Matta consistió en descubrir la sabiduría y la creatividad, ocultas en el inconsciente interior, y en como relacionar estos descubrimientos con el mundo exterior. Dar sentido a una más realidad, donde el artista ve y soluciona problemáticas mentales como un vertor (concepto mattiano) en diversos soportes.